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Las estremecedoras declaraciones de Antonia Dell’Atte por las que han despedido fulminantemente a Alessandro Lequio: «Estando embarazada, me…»

Una figura omnipresente en el escaparate televisivo.

Durante años, Alessandro Lequio fue uno de los rostros más reconocibles del universo de la televisión del corazón en España. Nieto del conde de Torlonia y con vínculos aristocráticos tanto en Italia como en nuestro país, encontró en los platós un espacio donde ejercer de comentarista de la vida ajena, incluso cuando su propia biografía daba para titulares más potentes. Telecinco fue su hábitat natural: un escenario donde sus opiniones, muchas veces polémicas, eran moneda corriente.

A lo largo de décadas, se mantuvo firme en su silla de tertuliano, navegando por los temas más espinosos con un tono autoritario y una presencia que imponía. Pero su papel no era solo el de opinador: era, para bien o para mal, un símbolo de la televisión que durante años normalizó ciertos discursos. Su figura encajaba con un modelo de televisión en el que el escándalo y la impunidad eran parte del entretenimiento.

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Sin embargo, los tiempos han cambiado. El público exige responsabilidad, y las cadenas, presionadas por el cambio social, comienzan a mover ficha. En este contexto se sitúa la salida de Lequio de Mediaset, un hecho que marca un punto de inflexión tanto en su carrera como en la historia reciente de la televisión española.

Una decisión con ecos del pasado.

El diario El País ha sido el medio que ha destapado la noticia: Alessandro Lequio ha sido despedido de Telecinco tras décadas como colaborador. Detrás de esta decisión está la entrevista que Antonia Dell’Atte, exmodelo y madre de su hijo mayor, concedió al mismo periódico hace apenas unas semanas. En ella, relató episodios de violencia machista sufridos durante su relación con el aristócrata italiano.

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Aunque estas denuncias no son nuevas —revistas del corazón como SEMANA ya las habían publicado años atrás—, fue el reciente testimonio detallado de Dell’Atte lo que llevó al grupo audiovisual a reexaminar el caso. Según las fuentes consultadas por el diario, Mediaset contactó con la defensa legal de Dell’Atte para acceder a la documentación judicial. Allí encontraron un dato crucial: la Justicia había dado la razón a la modelo en una demanda por calumnias presentada por Lequio a comienzos de 2024.

En esa sentencia, el juez consideró probado que Antonia no mentía al llamarlo “maltratador”. Aunque la denuncia original por violencia, interpuesta en 1991, fue retirada por la italiana, el auto judicial refleja que las pruebas y el testimonio fueron suficientes para respaldar sus afirmaciones. Lequio nunca fue condenado penalmente, pero ese matiz no fue suficiente para retener su puesto en pantalla.

Un testimonio que lo cambió todo.

La reacción de Antonia Dell’Atte no tardó en llegar. Minutos después de que se conociera el despido, intervino visiblemente emocionada en el programa No Somos Nadie, donde expresó que llevaba “38 años esperando esta noticia”. Entre lágrimas, confesó haber celebrado el momento con una copa de vino. “A mí me ha ayudado Dios porque he estado sola”, dijo con voz entrecortada.

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La modelo compartió detalles íntimos del día en que recibió la noticia. Asegura que aquella mañana había leído un pasaje bíblico que decía “ponte la corona de la victoria”, una frase que interpretó como una señal. Aunque intuía que algo estaba por suceder, no imaginaba que Mediaset diera el paso de apartar públicamente a su expareja.

Dell’Atte aprovechó para lanzar un mensaje de fortaleza y empatía hacia otras mujeres en situaciones similares: “Perdono todo, no tengo venganza. Tengo que disfrutar con mi familia, con mi hijo, que siempre me ha apoyado”, declaró. También habló del largo camino que ha recorrido sola, afirmando: “La víctima no se tiene que revictimizar, esto es un antes y un después para otras víctimas”.

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El relato que encendió las alarmas.

En la entrevista con El País, Dell’Atte dio detalles escalofriantes del inicio de su infierno personal. Contó que la primera agresión física ocurrió “a la vuelta de la luna de miel”, cuando aún estaba embarazada.

El detonante fue una carta recibida en su buzón, que desató una reacción violenta de Lequio al decirle que ya no podía llamarse Antonia Dell’Atte, sino “la condesa Lequio”. Su negativa desató una agresión que marcó el principio de lo que ella denomina “una gran pesadilla”.

El testimonio incluye amenazas directas: “Si tú me dejas, te mato, y a tu familia”. Su voz, firme a pesar del dolor, clamaba por un cambio estructural en los medios: pedía al Ministerio de Igualdad que interviniera en aquellos espacios televisivos donde se “revictimiza” y se “frivoliza” la violencia contra las mujeres.

Estas declaraciones, junto con la sentencia judicial reciente, dibujaron un escenario insostenible para una cadena que en los últimos años ha prometido revisar sus estándares éticos. El desenlace era inevitable.

Otros rostros que dijeron adiós.

La salida de Lequio se suma a una larga lista de personalidades que han perdido su espacio en Mediaset. En 2023, el grupo comunicó la cancelación de Sálvame, un emblema de la televisión de tarde durante más de una década. Con él, rostros como Jorge Javier Vázquez, Belén Esteban o María Patiño vieron reducido o directamente cancelado su protagonismo en pantalla.

La nueva dirección de la cadena, encabezada por Borja Prado y Alessandro Salem, apostó por una renovación de contenidos y un giro hacia formatos más blancos. Esta estrategia implicó vetar a varios colaboradores ligados a los estilos más agresivos de tertulia, entre ellos Lydia Lozano, Terelu Campos o Kiko Matamoros. Algunos han encontrado nuevas oportunidades en otros medios; otros han optado por el silencio.

Tampoco se libraron figuras con una fuerte carga política o polémica mediática. Risto Mejide, tras varias controversias públicas, también fue apartado temporalmente de sus funciones. Si bien no todos los casos están relacionados con cuestiones judiciales, el patrón es claro: hay una limpieza de imagen en curso.

Telecinco está reconfigurando su perfil, y lo hace a costa de quienes un día fueron sus pilares. El caso Lequio, por su gravedad y resonancia, simboliza el cambio de rumbo: uno donde la impunidad y la fama ya no garantizan inmunidad.