La restauración ha sido, sin duda, uno de los sectores más perjudicados de la crisis del coronavirus. Además del cierre que han vivido durante el confinamiento, ahora hay que sumarle el porcentaje de aforo que tienen que cumplir en la desescalada. Por no hablar del posible rebrote en el horizonte.
Por estos motivos, muchos propietarios lo están pasando mal. Afortunadamente parece que muchos clientes, para ayudarles, han llenado las terrazas desde el primer momento.
Pero hay gente que ha ido más allá. Uno de los gestos más bonitos de esta desescalada se produjo en el bar Can Juli, de la localidad barcelonesa de Granollers.
Allí, en plena fase 1, un cliente decidió dar 100 euros a sus dueños, la pareja de hermanos que forman Julián y Pilar Bernal. “Se presentó el caballero para saludarnos y preguntarnos cómo estábamos. Se tomó la caña de siempre. Entonces y con un papel en la mano me dijo si podía entrar al local”, contó Julián, que lleva 10 años al frente del local.
Cuando entraron, le comentó que había estado 12 semanas sin poder ir, ya que el bar había estaba cerrado. “Me dijo que como se toma tres cañas a la semana, salían 36 en total. Y a 2,50 euros diarios, daba un total de 90 euros”, explicó.
Julián contó que tiene las cañas a 1,30 euros, pero que siempre le pone una tapa para acompañar, y cuando le pide una segunda no se la cobra. Sin embargo, detalló que cada día le paga 2,50 euros. “Es un buen cliente”, afirmó.
“Le dije que no podía coger eso. Me insistió en que sí, que yo no tenía ninguna culpa de lo que había pasado y que nos portábamos muy bien con él. Al final se lo cogí y cuando llegué a la cocina y me puse a contarlo vi que eran 100 euros, y no 90… Había dejado 10 euros de propina. Un detallazo”, recordó el propietario.
No quiso decir el nombre del cliente, pero destacó que no es una persona con la que mantiene grandes conversaciones. “Debe llevar unos tres o cuatro años, pero no hace ruido. Entra, se sienta, se toma su caña, se come las tapas, te paga y se va. Mi bar es pequeño y conozco a casi todos los clientes, tenemos un buen trato, pero no es familiar. Si hago paella o cualquier cosa le llevo un poco, pero no tenemos grandes conversaciones”, dijo.
Ni él ni su hermana se podían imaginar que la anécdota se convertiría en viral, y ahora bromean con que casi necesita una agenda para todos los compromisos que le han salido en los últimos días.
“Hemos sido primera plana en un medio de Granollers”, contó. ¡Lo que se merece un gesto que Julián y Pilar no olvidarán!
¡Nos ha encantado esta historia!
Ponemos hilo:
Pasó en Can Juli, un bar de Granollers regentado desde hace 10 años por dos hermanos, Juli y Pili. El bar es un bar normal, de cañas, de tapas y de menú del día. Un sitio familiar; y su clientela, como ellos… 👇🏻 pic.twitter.com/nzLxbVYi6T
— Las Mañanas KISS (@lasmananaskiss) June 11, 2020
Gente de todo tipo y, sobre todo, muy fiel. Es tal la cercanía que tienen con ellos que incluso durante el encierro han hecho cañeo y tapeo todos juntos por videoconferencia. El otro día, cuando por fin pudieron reabrir, se presentó uno de sus clientes de toda la vida… 👇🏻
— Las Mañanas KISS (@lasmananaskiss) June 11, 2020
Un asiduo, vamos. El hombre se presentó a Juli con un papel manuscrito y un sobre. Resulta que en el papel había hecho sus cuentas: 36 días que había estado el bar cerrado a 2´5 euros que era lo que se gastaba siempre cada día, hacía un total de 90 euros… 👇🏻
— Las Mañanas KISS (@lasmananaskiss) June 11, 2020
En el sobre metió 100, 10 de propina. el hombre insistió para que le cogieran el sobre. Dijo que lo que había pasado era muy fuerte y que, aunque no se hubiera tomado esas cañas, quería ayudar.
¡Maravilloso! 😍
— Las Mañanas KISS (@lasmananaskiss) June 11, 2020
Aún existen buenos corazones en buenas personas 👩❤️👨 Excelente!
— yahaira corzo (@ycornuz) June 12, 2020
Todavía se puede confiar en la humanidad!!!!!
— Helena Rodriguez (@glenyrod85) June 11, 2020