El pasado día 11 de junio nuestro país dijo adios a una de sus grandes actrices. Rosa María Sardà fallecía a los 78 años como consecuencia de un cáncer que padecía desde hace seis años.
Su pérdida conmocionó a todo el mundo, y generó un gran dolor en su hijo y familiares. Pero una de las personas que más está sufriendo por su marcha es su hermano, el también popular periodista y presentador Xavier Sardà.
Una muestra de eso es que se le pudo ver realmente hundido en el tanatorio. No obstante, a pesar del dolor que siente en estos momentos, no ha dudado en utilizar la publicación en la que colabora habitualmente, El Periódico, para escribir una carta de despedida a su hermana.
Una hermana que prácticamente también fue una madre, ya que ella era 16 años mayor, y no dudó en cuidarle, aconsejarle y enseñarle muchas cosas de la vida.
La carta abierta que ha escrito a su hermana el que fuera presentador del mítico Crónicas Marcianas comienza así:
«Esta sección tiene una lectora menos. No es una lectora cualquiera. Ha sido una lectora crítica, apasionada y entusiasta. Habitualmente me enviaba sus comentarios por WhatsApp y, cuando el tema lo requería y era de mayor envergadura, había llamada».
Sardà no ha dudado en manifestar de forma clara que «e esta lectora he aprendido a decir lo que pienso sabiendo que, por tanto, no es posible gustar a todo el mundo».
Después, ha pedido disculpas a quienes leen su sección en ese periódico porque reconoce que no se le ocurría otra cosa sobre la que hablar que su hermana, y que su pérdida es muy dolorosa para él: «Sin mi lectora me he quedado bastante solo. Digo «bastante» para hacerme el distante. La verdad es que la falta de mi lectora es irreparable. Creo que hablaré con contabilidad y que no me paguen este artículo. Es un artículo que no lo es».
Como no podía ser de otra forma, el periodista utilizó esta carta de despedida a su hermana para darle las gracias por todo lo que ha hecho por él. Algo que ha dejado patente con las palabras con las que ha terminado la misiva: «Agradezco a mi lectora que me haya enseñado a ver el mundo con su apasionante temperamento y su enorme cultura. Adiós, lectora».